Podemos equiparar las consecuencias de la Batalla del Atlántico con las de la propia Segunda Guerra Mundial en Europa. Al igual que en su duración (la Batalla del Atlántico y la guerra en Europa duraron lo mismo) sus consecuencias también fueron idénticas. Alemania perdió la batalla y perdió la guerra pagando un alto precio en vidas y recursos, pero entre los vencedores la suerte fue dispar.

Antecedentes

Si hacemos un repaso a los antecedentes a la batalla vemos que Gran Bretaña había comenzado el siglo XX como la potencia mundial hegemónica. Basaba este estatus en su vasto imperio colonial y en el dominio de los océanos que le permitía mantener el comercio con sus posesiones en ultramar de donde obtenía los recursos necesarios para mantener su desarrollo y riqueza ya que por tratarse de una isla no disponía de los recursos naturales suficientes para sostener dicha hegemonía. En cambio, las potencias centrales (Alemania y Austria-Hungría) aunque tenían mayor población autóctona y más recursos propios que Gran Bretaña prácticamente carecían de colonias (más allá de las africanas) de donde obtener recursos adicionales que les permitiesen desbancar a los británicos. Esta situación llevó a Alemania a desarrollar su campaña submarina de ataque a las rutas comerciales marítimas británicas durante la I Guerra Mundial, estrategia que repetiría durante la Batalla del Atlántico en la II Guerra Mundial.

Adicionalmente existían dos potencias en ciernes que por su propia geografía no necesitaban recurrir al régimen colonial. Estas potencias eran EE.UU. y Rusia. Todo esto desemboco en la primera Guerra Mundial de la que Alemania salió derrotada y sin posibilidad de acceder a los recursos necesarios para continuar con su desarrollo industrial al mismo ritmo que las naciones vencedoras.

Consideraciones

La batalla del Atlántico también se libró en las fábricas y en los astilleros. Si bien Alemania creyó en un principio que podría mantener el pulso industrial con Gran Bretaña, consistente en la capacidad de producir submarinos en cantidad suficiente para sostener el bloqueo a las islas hundiendo buques a un ritmo tal que hiciese a los británicos imposible reponerlos en número necesario, esta posibilidad se esfumo con la entrada en la guerra de los EE.UU. y su descomunal capacidad industrial para producir buques de escolta, mercantes y aviones. Podríamos asegurar que los mandos de la Kriegsmarine se dieron cuenta que a partir del 11 de diciembre de 1941 (fecha de la declaración de guerra de Alemania a los EE. UU) la batalla estaba abocada a la derrota para los alemanes. Aun así, continuaron en la ofensiva hasta el último día de la guerra a costa de un enorme sacrificio de vidas humanas que de nada sirvió para doblegar el aplastante poder industrial y de recursos de los estadounidenses.

La Batalla del Atlántico fue también la precursora de las batallas industriales que vinieron después (como la carrera espacial entre la URSS y los EE. UU. Durante la Guerra fría), y un ejemplo de cómo se debe tener muy en cuenta cuales son las capacidades de producción industrial del rival antes de embarcarse en una guerra en la que aunque, a priori se disponga de los medios para ganarla, no se pueda sostener en el tiempo contra un rival que cuente con capacidad para encajar las perdidas y reponerlas con carácter casi inmediato durante un periodo de tiempo prácticamente indefinido, cosa que los británicos no podían hacer pese a su disperso Imperio colonial, pero que los estadounidenses si hicieron sin un excesivo sacrificio. Además, un nuevo actor cobro protagonismo durante la batalla, si bien durante la Primera Guerra Mundial la aviación militar experimentó un gran desarrollo, fue durante la Segunda Guerra mundial cuando esta demostró todo su potencial. Especialmente en la Batalla del Atlántico las aeronaves demostraron que la guerra en el mar había cambiado, en adelante ya no se podría concebir ninguna operación naval sin tener en cuenta la capacidad aérea del enemigo. Los alemanes utilizaron sus aviones para atacar el tráfico mercante aliado y los aliados emplearon los suyos para perseguir y neutralizar a los U-Boots en todos los rincones del océano y en todos los momentos del día y de la noche asfixiándolos literalmente al negarles la posibilidad de navegar en superficie, recargar sus baterías y renovar el aire a bordo. Los aviones aliados, equipados con RADAR sellaron el desenlace final de la Batalla.

Consecuencias de la batalla

A pesar de su victoria Gran Bretaña era más débil al final de la Primera Guerra mundial que antes de su inicio. La Royal Navy seguía siendo la armada más poderosa del mundo, pero la guerra había señalado a loa alemanes sus puntos débiles y el conflicto (la disputa por los recursos del planeta) no había quedado resuelto. Aunque las potencias centrales desaparecieron, su lugar en el tablero mundial fue ocupado por las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) que compartían el objetivo de acceder a los recursos que Gran Bretaña seguía acaparando. En este sentido, la batalla del Atlántico a pesar de ser una victoria para los británicos supuso el final de su hegemonía sobre los océanos. En adelante su puesto sería ocupado por los EE.UU.

Los Estados Unidos serían los grandes vencedores de la batalla. Entraron en ella cuando Gran Bretaña se encontraba muy debilitada y si bien el peso de la batalla lo llevaron los británicos es dudoso que sin la participación de los estadounidenses el desenlace hubiese sido favorable para los británicos. Después de terminada la Guerra el Imperio Británico estaba condenado a su desaparición y EE.UU. lo remplazó como potencia hegemónica, la US. Navy en adelante controlaría los océanos.

Así pues, puede considerarse que Alemania, a pesar de su derrota, consiguió desplazar a Gran Bretaña del puesto de primera potencia marítima mundial, aunque esto lo hizo a costa de su propia destrucción y no le reportó beneficio alguno ya que fueron los estadounidenses quienes ocuparon este puesto.

Si tras la llegada de los españoles a América el centro del comercio mundial se desplazó del Mediterráneo al Atlántico, tras la Segunda Guerra Mundial el centro de dicho comercio pasaría a ser el Océano Pacífico. Si España tuvo que luchar durante siglos con el resto de naciones para poder controlar las rutas comerciales atlánticas ahora serán los norteamericanos quienes dedicarán sus esfuerzos a imponer su dominio sobre el más extenso de los océanos (el Pacífico), tarea que actualmente queda fuera del alcance de cualquier potencia europea.

Puede decirse que la batalla del atlántico también supuso el final de la hegemonía europea sobre los mares. Si bien el relevo fue recogido por otra potencia occidental es incierto que en el futuro occidente pueda mantener el dominio marítimo en solitario sin contar con los intereses de las hoy llamadas potencias emergentes, principalmente China y La India, antes llamadas “países en vías de desarrollo”.

Como síntesis del resultado final de la Batalla del Atlántico podemos enumerar las siguientes consecuencias:

  • La Royal Navy dejo de tener el control de los océanos y fue sustituida en ese papel por la US. Navy.
  • El Atlántico dejo de ser océano principal en el comercio mundial, pasando a serlo el Océano Pacífico.
  • A excepción de los portaviones, necesarios para la guerra aeronaval, supuso el final del protagonismo de las grandes unidades de superficie en favor de las aeronaves y de los submarinos, mucho más eficientes en la guerra contra el tráfico comercial.

La Batalla del Atlántico fue objetivamente la más larga de toda la Segunda Guerra Mundial, duro desde el primer al último día de la guerra en Europa y fue la única en la que Alemania mantuvo la ofensiva hasta el final. También se puede opinarse que el resultado final de la guerra no fue posible hasta que los aliados no se hicieron con la victoria en esta batalla (alrededor de principios de 1943) lo que la convertiría en la más decisiva de todas las batallas de la guerra. Así pues, el actual orden mundial surgido de la Segunda Guerra Mundial, es una consecuencia directa de la Batalla del Atlantico.

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