Hundimiento el 13 de noviembre de 1941
Antecedentes del ataque
El 10 de noviembre de 1941 la Fuerza H, formada por el acorazado “HMS. Malaya” (ondeando la bandera del Vicealmirante Sir James Somerville), los portaviones “HMS. Ark Royal” y “HMS. Argus”, el crucero “HMS. Herminone” y siete destructores, zarparía de Gibraltar con rumbo este, para llevar a cabo la operación “Perpetual”. La misión era familiar para la Fuerza H: que del “HMS. Ark Royal” despegaron treinta y siete cazas Hurricane y siete Blenheim (bombarderos medios) destinados a la defensa de Malta. El día 12, tras despegar los aviones, la Fuerza H regresaría a casa, un avión italiano los vigilaba. A primera hora del día 13, Somerville recibiría varios informes de la presencia de sumergibles al este de Gibraltar, por eso seis Swordfish partirían del “HMS. Ark Royal” para peinar el área por delante de la fuerza naval.
Los informes eran correctos, la noche del 11 al 12 de noviembre los dos primeros uboote del grupo “Arnauld”. El U 81 (Kptlt Friedrich Guggenberger) y U 205 (Kptlt Franz-Georg Reschke) habían logrado cruzar el Estrecho de Gibraltar y entrar en el Mar Mediterráneo. A última hora del día 12 el B.d.U. (Befehlshaber der Unterseeboote) advertiría de los movimientos de la Fuerza H detectados por el reconocimiento aéreo italiano. En pocas horas Reschke avistaría a la Fuerza H al norte de Orán, lanzando tres torpedos contra “HMS. Ark Royal” a primera hora del día 13. En la bitácora del sumergible se indicaba haber oído las detonaciones, pero, lo que en realidad ocurrió era que uno de ellos había explotado en la estela del destructor británico HMS. “Legion”. No obstante, el grupo Arnauld no había acabado su acoso a la Fuerza H y el U 81 los interceptaría cerca de Gibraltar esa misma tarde. Tras observar los movimientos de los buques británicos durante más de una hora, Guggenberger lanzaría una salva de cuatro torpedos al HMS “Malaya” desde una distancia de entre 3.000 y 4.000 metros. Aunque los cálculos estaban correctamente realizados, solo uno de los torpedos alcanzaría a un objetivo, el HMS. “Ark Royal”. Curiosamente el HMS. “Ark Royal” no era el objetivo inicial (se encontraba muy por delante del “Malaya”), pero el portaviones había virado para situarse en condiciones favorables para que los aviones pudieran aterrizar.
El consejo de investigación que hubo tras el hundimiento del HMS «Ark Royal”, determinaría que a las 15:41 se produciría una “todopoderosa explosión” en la banda de estribor, frente el puente. Hasta entonces no se había visto rastro alguno de uboote e inicialmente se creería que en la sala de bombas, se había producido una explosión interna. Este hecho, fue desmentido en el informe del capitán Maund, el cual indicaba que era imposible que una explosión interna hubiera causado una columna de agua que sobrepasara la cubierta de vuelo tal como había pasado. Por otra parte, el impacto de un torpedo no podía causar los daños suficientes como para hundir al portaviones. La explosión fue tan violenta que varios aviones estacionados en la cubierta de vuelo saltaron en el aire. No obstante, es lo que ocurrió.
El torpedo alcanzó al buque cuando este estaba realizando un rápido giro a babor, detonando por debajo del cinturón acorazado y causando importantes daños a lo largo de más de 40 metros de largo por 9 de ancho. La explosión inundaría la sala de calderas de estribor, volando las puertas del elevador de debajo del puente y arrancando varios metros de coraza. También afectaría el centro de control de daños, los interruptores eléctricos principales, que quedarían activados por la sacudida y que no pudieron desconectarse una vez quedó inundada la sala. La iluminación eléctrica caería al instante y a causa de la falta de generadores auxiliares diésel, la tripulación quedaría a oscuras durante varias horas, dificultando las labores de evacuación, control de daños y reparaciones, ya que solo había treinta y cinco linternas operativas en toda la nave.
El HMS «Ark Royal” rápidamente alcanzaría los 10 grados de inclinación hacia la banda de estribor y en tres minutos ya estaba escorado 12 grados al reducirse la velocidad a 18 nudos, aumentando los daños y las inundaciones. Con el sistema telefónico fuera de servicio y los telégrafos de la sala de máquinas encallados, el capitán Maud se vio obligado a dirigirse a la sala de control de máquinas, para ordenar poner las turbinas a media atrás, e inundar tanques y bombear aceite hacia babor para compensar la escora. No obstante, el cumplimiento de estas órdenes (y las posteriores) tuvieron grandes dificultades para llevarse a cabo a causa de la falta de luz y la interrupción de las comunicaciones. Las órdenes eran transmitidas a través de una cadena de mensajeros desde la cubierta de vuelo (dónde Maund situaría el centro de control) y la sala de control principal, y entre esta sala de control y las de máquinas. Lo que condenaría la nave sería la inundación de la sala de calderas de estribor, la cual, fue abandonada antes de que estuvieran, completamente cerradas, las escotillas herméticas de las canalizaciones de ventilación. Esto no solo impedía que las turbinas de la sala de máquinas de estribor recibieran vapor, si no que además a causa de ello, las bombas principales de ese sector quedarían también inoperativas. Esto en sí mismo no fue un factor decisivo en el hundimiento del HMS «Ark Royal”, pero si que lo fue que a causa de ello, el agua llegara a la chimenea y a través de ella al resto de compartimentos.
El resultado de este grave fallo en el diseño del portaviones, era que las salas de calderas central y de babor también acabarían inundadas, cortando definitivamente la energía a todo el buque y condenándolo.
Veinte minutos después del ataque, la escora ya era de 17 grados. Maund, temeroso de que el buque pusiera la quilla al aire de un momento a otro, ordenó que todo el personal que no fuera necesario en las tareas de salvar al buque, abandonara la nave. Sobre las 16:00 el destructor “Legion” recibiría la orden de situarse junto al portaviones y en el lapso de tres cuartos de hora, un total de 1.487 hombres (el 80% de la dotación) abordarían al destructor, abandonando el portaviones por la banda de babor. La gran mayoría de ellos no tenían nada que ver con el control de daños, pero había unos cuantos técnicos que podrían haber ayudado a reestablecer el suministro de energía. Más tarde, un total de dieciocho hombres de la sala de máquinas, electricistas y carpinteros, abordarían el HMS «Ark Royal” por medio del destructor “Laforey”; eran las 21:40 y ya era demasiado tarde.
De hecho, la tripulación ya hacia tiempo que había perdido la batalla. A las 17:00, la sala central de calderas ya se encontraba inundada, y la escora ya impedía a las bombas de la sala de calderas de babor, succionar el agua necesaria para seguir produciendo vapor. Esto significaba que el buque se quedaba definitivamente sin potencia para las bombas, ventiladores y luces auxiliares. La escora había sido reducida a los 14 grados pero volvería a los 17 antes de que el Laforey pudiera suministrar al portaviones electricidad a través de una línea de cables y cuarenta toneladas de agua para alimentar las calderas. Nada de esto hubiera sido necesario si el HMS «Ark Royal” hubiera estado equipado con unos generadores diésel y de unas bombas que pudieran operar independientemente de la planta de vapor del buque. De hecho, en el futuro, se enseñaría a los equipos de control de daños, como mantener a flote al simulado HMS «Ark Royal” y llevarlo a puerto.
El remolcador de flota “St. Day”, enviado desde Gibraltar, realizó una “exhibición lamentable” de cómo amarrar un buque para el remolque, y no fue hasta las 20:35 que el remolcador de salvamento “Thames” lo empezaba a remolcar a 2 nudos, luchando contra una poderosa corriente del este. A las 21:50 la sala de calderas de babor ya había generado suficiente vapor como para conseguir que las dos dinamos se pusieran en funcionamiento. En la madrugada del día 14, un conjunto variopinto de bombas (incluyendo equipos transferidos u operados de y desde el “Hermione” y el “Laforey”) habían conseguido estabilizar la escora de nuevo a 14 grados. Mientras, el “St. Day” había regresado a la operación y se unió al “Thames” en el esfuerzo de remolcar HMS «Ark Royal”.
Estos acontecimientos dieron al capitán Maund algún motivo para creer en la esperanza de salvar su barco, pero pronto las cosas se volverían a torcer. Alrededor de las 02:00 empezaría a brotar humo y vapor procedente del cuarto de calderas de babor y esta tuvo que ser abandonada. Con la inundación de la última chimenea de ventilación, los gases no tenían manera de escaparse excepto por la misma sala de calderas. El “HMS «Ark Royal” había perdido su última fuente de energía.
Hubo varios intentos para que la “Laforey” y la corbeta HMS «Pentstemon” suministraran energía y bombeo al HMS «Ark Royal”, pero la inundación era ya imparable. A las 04:00 la escora ya era de 27 grados. Informado por el Ingeniero Jefe (Cdr. Hugh Dixon) de que no se podía hacer nada, Maund dio la orden de abandonar la nave. 250 hombres, que descendieron mediante cuerdas, serían recogidos por el “St. Day”.
El HMS «Ark Royal” no se hundiría hasta las 06:10, catorce horas y media después del impacto del torpedo.
El comandante de la Fuerza H (Vicealmirante Sir James Somerville) escribiría:
“Ha sido el día más negro de mi carrera cuando he visto a mi pobre “Ark” hundirse a las 6 a.m de esta mañana. Un simple borrón en la oscuridad, yaciendo sobre el costado por un tiempo y luego lentamente, lentamente rodaría sobre sí mismo y el herido buque se iría a dormir…
Además del consejo de investigación, también hubo un consejo de guerra. Este tuvo lugar el febrero de 1942 y el acusado era el capitán Maund, por el cargo de negligencia. Fue hallado culpable de dos cargos. Uno por no haberse asegurado de que tras la evacuación general de la nave, quedaran a bordo los medios (hombres) suficientes para tratar de salvar la nave, y dos, de no tener el buque a punto para luchar contra los daños causados por un ataque. El capitán Maund acabaría su carrera en la Royal Navy, ocupando puestos en tierra.
Se ha escrito muchas veces que en el hundimiento del HMS «Ark Royal” todo fue mal y es difícil no estar de acuerdo con ello. Efectuando un análisis final, podemos decir que la mayor causa de que la nave se perdiera, fueron sus fallos en el diseño de la misma, procedimientos de control de daños insuficientes e inadecuados, tanto a nivel humano como técnico, el abandono prematuro de la nave, y unos daños internos inusualmente grandes. Estos factores ocasionaron que una unidad grande y de prestigio, fuera hundida por un solo torpedo, casi podríamos decir, a la vista de Gibraltar.
Por parte alemana, el hundimiento del HMS «Ark Royal”, sería comunicado por la agencia Reuters el día 14 de noviembre. La noticia fue recibida con cierta tristeza en el “U81”, ya que se creía que tras tal éxito (estaban convencidos de que su víctima había sido el acorazado “Malaya”) su comandante (Guggenberger) sería trasladado al Alto Mando. El primer oficial de guardia (Oblt.z.S. Johann Otto Krieg) dijo a Guggenberger:
“esto es el equivalente a dar a luz siendo aún virgen”. Para el Alto Mando significaba que, aunque dos años tarde, había sido hundida una “gran presa”. El B.d.U otorgaría a Guggenberger la Cruz de Caballero y su gran reconocimiento por la calma, seguridad y habilidad con la que había esperado la oportunidad. Hay que recordar la suerte que tubo Guggenberger ya que el objetivo del ataque era el “Malaya”.
Comunicado oficial alemán:
«Según lo anunciado por un boletín especial, la marina alemana ha logrado un nuevo éxito importante. Los submarinos atacaron a un grupo de ataque, formado por buques de guerra británicos, en el Mediterráneo occidental. En este caso, dos Uboote bajo el mando del Capitán Teniente Reschke y Guggenberger hundieron al portaaviones «Ark Royal» y dañaron al acorazado «Malaya» tan fuertes han sido los daños, que tuvo que ser remolcado hasta el puerto de Gibraltar. Otras unidades británicas fueron torpedeadas. El portaaviones «Ark Royal» ya había sido gravemente dañado por un ataque aéreo el 26 de septiembre de 1939, pero una vez reaparado fue puesto en servicio. El Almirantazgo británico ha admitido la derrota.»
En diciembre de 2002, los restos del HMS «Ark Royal” fueron descubiertos a una profundidad de 1.000 metros, a unas treinta millas al este de Gibraltar (un poco más lejos de lo que estimaba el Almirantazgo, 22 millas) y que demuestra lo poco que progresaría el portaviones tras el ataque. La profundidad a la que se encuentra el pecio, no permitió que el mismo se enderezada completamente al hundirse, y el casco golpearía el fondo por la banda de babor. Una sección de unos 20 metros de la proa se desprendió del resto y se encuentra al sur de los restos principales. Más cerca se encuentra la chimenea y el puente, junto a un montón de restos y de numerosos aviones.