abril de 1941 – diciembre de 1941
Si por un tiempo pareció que los alemanes podían hacer frente a la flota más poderosa del planeta, el Reino Unido se recuperó de sus pérdidas, se reorganizó y tomó de nuevo la iniciativa en la batalla. En 1941, el almirante británico Percy Noble tomó el mando de la campaña antisubmarina en el Atlántico. Noble estaba convencido de la efectividad de los convoyes y adoptó medidas para regularizar la táctica. Ante la falta de buques de escolta, se utilizaron las corbetas, que eran baratas y ejecutaban la tarea de escolta de manera eficiente.
Los británicos empezaron entonces a recibir ayuda externa, primero de Canadá (Royal Canadian Navy), que comenzó a escoltar los buques mercantes hasta la mitad de la travesía del Atlántico, luego de Estados Unidos (US. Navy), que en un primer momento cedió 50 destructores al Reino Unido a cambio de bases en el océano Atlántico. Además, el gobierno de los Estados Unidos dio la orden secreta de atacar a todos los submarinos alemanes aislados que encontraran, a pesar de que aún no estaban en guerra oficialmente con Alemania. Debido a que Canadá escoltaba a los convoyes en la parte occidental del Atlántico, y Reino Unido lo hacía desde la parte oriental, los U-Bootes atacaron en el centro del océano, donde los convoyes estaban más desprotegidos. Las costas de Sierra Leona también sirvieron de cementerio para una gran cantidad de convoyes.
Al lograr descifrar la máquina alemana Enigma, los británicos se anotaron una gran victoria. En la fotografía se muestran varias máquinas Enigma
En esta época los criptoanalistas de Bletchley Park lograron desarrollar el programa Ultra, que permitía descifrar las transmisiones de la máquina criptográfica alemana Enigma, una tecnología que sin duda posibilitó a los Aliados localizar con mayor facilidad a los submarinos alemanes. La captura de los submarinos U-33 y U-110, 12 especialmente de este último, fue crucial (se recuperaron los códigos y la máquina Enigma). El U-110 tiene la particularidad que al momento de su captura (9 de mayo de 1941) era comandado por el capitán Fritz Julius Lemp, quien hizo el primer hundimiento de la guerra. Poco después de estos hechos, los Aliados también pudieron detectar el origen de las transmisiones de radio de los submarinos, consiguiendo otra arma tecnológica importante contra Alemania.
Un famoso combate tuvo lugar cuando el gigante acorazado «Bismarck«, se batió a duelo con el crucero de batalla HMS «Hood» y el acorazado HMS «Prince of Wales», poco después del amanecer del 24 de mayo de 1941; tras un intercambio de disparos, el HMS «Hood» sufrió una devastadora explosión, cuando su depósito de municiones explotara tras ser alcanzado; hundiéndose con grandes pérdidas en vidas (solo se salvaron 3 hombres, de 1418). El HMS «Prince of Wales» también fue atacado, sufriendo graves daños. Es famosa la orden de Winston Churchill, «hundan el Bismarck»; efectivamente, cuando el Almirantazgo Británico se enteró de la aparición del «Bismarck» en el Atlántico, se inició la cacería. El acorazado alemán se hallaba navegando hacia Francia, cuando el 27 de mayo, apenas días después de su victoria, fue interceptado por una flotilla de cuatro buques. Posteriormente aviones torpederos Swordfish lanzados desde el portaaviones HMS «Ark Royal» lo alcanzaron en su timón, permitiendo que la Home Fleet, bajo el mando del almirante John Tovey, la Fuerza H, enviada a cazarle, y otras unidades como el acorazado HMS «Rodney» lo alcanzaran y hundieran finalmente. El «Bismarck» fue impactado por unos 400 cañonazos de un total de 2.800. El capitán ordenó hundir el buque, y los británicos rescataron apenas 111 marineros antes de retirarse de la escena, alarmados por un falso reporte de submarinos alemanes en la zona.
De esta manera, la lucha naval de superficie alemana prácticamente se acabó, y desde entonces todas las esperanzas de la Kriegsmarine recaerían sobre los U-Bootes. El 13 de noviembre de ese año, mientras regresaba a Gibraltar tras escoltar un convoy a Malta, el mencionado portaaviones HMS «Ark Royal» fue impactado por un torpedo del submarino U-81 15, siendo dañado gravemente; los intentos de remolcarlo fueron en vano y finalmente se hundió unas treinta millas al este de Gibraltar, en una profundidad de 3.500 pies. Sin embargo, el comandante del buque, Loben Maud, había priorizado la evacuación y solo tuvo la baja de un tripulante, esto gracias a que Maud era conocedor de los casos de los portaaviones HMS «Corageous» y HMS «Glorious», y lo rápidamente que podían hundirse los portaaviones.